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Visiones de Santa Hildegarda

Todos los libros de esta Santa fueron escritos a través de revelaciones e imágenes que veía y escuchaba. Así lo cuenta ella en su libro “Scivias”, en su primer libro. Según cuenta tenía 42 años edad. Ya llevaba 6 año de abadesa cuando una luz se le apareció y empezó a hablarle. En ese primer mensaje le decía que debía escribir todo lo que viese y oyese. Al principio Santa Hildegarda de Bingen se asustó ya que le parecía todo muy novedoso y extraño. Pero luego día tras día se fue acostumbrando a la voz y a las visiones.

 

Santa Hildegarda visiones

Si bien esta abadesa de la Edad Media fue especial desde su más tierna infancia, sus visiones fueron la que la hicieron especial. No se puede explicar de otro modo, todo su saber condensado en una mujer de aquella época. Es verdad que en la Edad Media el Saber se guardaba en los monasterios. Sin embargo, no se tiene constancia que aquel convento concreto hubiese una biblioteca. Siempre había algún libro de teología en latín y quizás algún herbario o cosa similar. Pero en la forma en que está condensado el saber en todos sus libros se puede intuir que este saber no ha sido pensado por los hombres. ¿Cómo podía escribir una monja que apenas había estudiado, cosas tan profundas relacionas con cuestiones teológicas? Sus tres libros sobre teología son de una precisión y claridad respecto a la fe extraordinarios. Lo mismo pasa con su libro científico y con su libro médico.

 

Visión Santa Hildegarda de Bingen

Respecto a su libro sobre medicina, por ejemplo, es verdad que coge algún remedio que ya existían. Pero hay otros muchos que no lo eran. Por ejemplo, en aquella época circulaban muchos lapidarios. Eran los libros que hablaban sobre las propiedades curativas de los libros. De hecho, el rey Alfonso X el sabio tiene un lapidario publicado que lleva su nombre. Pues bien, antes se hablaba de muchas piedras y de todo lo que curaban. Santa Hildegarda habla de 24 piedras y de ninguna más. De ahí que de todo esto podemos llegar a inferir que fueron más visiones que saber acumulado y sistematizado. Además hay hierbas y remedios que no se conocían en aquella época en Europa como puede ser el pelitre y la Galanga. El pelitre viene de Marruecos y la Galanga viene de Asia. Y los expertos no se explican como pudo tener conocimiento de estas hierbas.

 

Visiones de Santa Hildegarda de Bingen

Las visiones de esta monja duraron por lo tanto durante más de 30 años. Cada cinco o seis años escribía un libro dictado por la voz que le dictaba. Así le decía la voz:
“Frágil ser humano, ceniza deceniza y podredumbre de podredumbre, cuenta y escribe lo que ves y oyes… Escribe esto no apoyándote en ti misma, ni apoyándote en un ser humano, sino apoyándote en la voluntad del que sabe, del que ve y del que dispone de todas las cosas en el secreto de su misterio.” La verdad es que la voz tenía mucho poder de persuasión.

 

Visiones Santa Hildegarda de Bingen

Es verdad que hay personas en la Edad Media que han escrito cosas maravillosas sin tener visiones. Pero eran personas que dedicaban mucho tiempo al estudio y a la lectura. No así Santa Hildegarda, que debía estar muy ocupada en los quehaceres del convento y el rezo de las horas. Simplemente Santa Hildegarda perteneció a aquellas personas en la historia de la Iglesia llamadas visionarias. Que tenían el don de visión y lo ponían a disposición de la comunidad para su bien. Gracias a sus visiones, esta Santa es hoy conocida. Y cada día son más las personas que siguen sus consejos médicos.

 

Las visiones de Santa Hildegarda

Cuenta el monje que escribió después de la muerte de Santa Hildegarda su biografía, que desde muy pequeña, tuvo visiones. Así por ejemplo cuando veía un vaca que estaba preñada decía a los que tenía alrededor: “Esa vaca tiene un ternero dentro” asombrando así  a todo el mundo que tenía alrededor.

Primer encuentro

Pero no fue hasta 1141, cuando hace su primer encuentro con la “Luz”, y es alcanzada por un destello que transforma su vida de improvisto, como ella misma cuenta en uno de sus libros:

“En el curso de mi 43º año de vida temporal, mientras estaba contemplando con gran temor y temblando por la atención prestada a una visión celeste, he visto una gran claridad en la cual se dejo escuchar una voz que venía del cielo y que decía:

“Frágil ser humano, ceniza de ceniza y podredumbre de podredumbre, cuenta y escribe lo que ves y oyes… Escribe esto no apoyándote en ti misma, ni apoyándote en un ser humano, sino apoyándote en la voluntad del que sabe, del que ve y del que dispone de todas las cosas en el secreto de su misterio.”

Sigue la visión

“De nuevo escuché una voz del cielo que me decía: Proclama estas maravillas, escribe estas cosas que has aprendido y cuéntalas. Y ocurrió en el año de 1141 de la Encarnación de Jesucristo, hijo de Dios, a la edad de 42 años y 7 meses que una luz de fuego de una brillo extraordinario, que venía del cielo abierto, atravesó mi cerebro e inflamó todo mi corazón y mi pecho. Tal y como lo hace una llama no que quema sino que calienta, de la misma manera que el sol caliente un objeto que es alcanzado por sus rayos. De pronto pude saborear el conocimiento del contenido de los Libros, es decir del Salterio, de los Evangelios y de otros libros, así bien del Antiguo Testamento como del Nuevo y eso sin conocer la traducción de las palabras de los textos, ni de la división de la sílabas, sin saber tampoco el conocimiento de los casos o de los tiempos.”

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